lunes, 2 de mayo de 2011

El agua es el principal elemento para la piel, nos garantiza elasticidad, luminosidad y devuelve a nuestra piel su juventud.

La hidratación es el principio de  una piel sana, pero no existen reglas generales, sino que depende de multitud de factores,  medio ambiente en que nos movemos,  el tipo de piel y edad, estrés, alimentación, etc. Si embargo y aunque no por sí sola, la hidratación es imprescindible a cualquier edad. El mejor hidratante es el agua, para lo cual es recomendable beber al menos litro y medio al día.
Pero la hidratación interna no es suficiente, ésta tenemos que reforzarla con otro tipo de ayudas como los  tratamientos médico-estéticos, cremas, geles, aceites etc que van a evitar la perdida de agua en la piel, por evaporación. Consiguiendo una piel más tersa y luminosa.
El objetivo es el de mantener nuestra piel hidratada y nutrirla con los elementos necesarios que no la hagan aparecer reseca y envejecida. Pero ¿Qué elegir? Existen en el mercado multitud de tratamientos y productos. Sin embargo nuestra decisión debe basarse en nuestro tipo de piel, en primer lugar; en los factores ambientales (si hace mucho sol o no donde vivimos, si hace mucho frío, si estamos expuestos a la intemperie mucho tiempo, si trabajamos en ambientes poco saludables etc.) y en nuestros gustos personales.

En principio tenemos cuatro tipos básicos de pieles:
a)     Normales, que necesitaran productos hidratantes libres de grasa
b)     Grasas, que necesitaran productos hidratantes poco grasos
c)      Mixtas que necesitaran productos para pieles secas para las zonas de cuello y cara excepto en la frente, barbilla y nariz que utilizarán productos para pieles grasas.
d)     Secas que necesita productos que le hidraten y le aporten grasa.

Antes de los 30 años, es conveniente no sólo tener la piel hidratada, sino también protegida añadiendo los nutrientes básicos para contribuir a una mayor suavidad y firmeza. Para ello necesitamos los tratamientos y  productos cosméticos que contengan las vitaminas, aceites y sobre todo el agua que nuestra piel necesita para cumplir con su función de barrera.
Cada persona, según sus gustos elegirá entre la variada oferta existente, elegirá tratamientos médico-estéticos muy variados como antiarrugas, hidratantes, tonificantes, purificantes, relajantes y reafirmantes, entre otros. Asimismo cremas espesas o ligeras, grasientas o secas,   geles o sueros más acuosos y ligeros, que también tienen una gran capacidad de nutrición y protección.
Junto a los tratamientos estéticos, que van a introducir de forma más inmediata los principios activos que nuestra piel necesita, la cosmética es una ayuda imprescindible para un mantenimiento eficaz de los resultados que consigamos con los tratamientos, o para evitar una mayor deterioro de nuestra piel si no seguimos ninguno.
Pero lo importante es empezar a cuidarse cuanto antes, no es sólo un problema estético, sino que una piel dañada, no cuidada, deshidratada y desnutrida no cumple con su función fisiológica y es causa de enfermedades.

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